El pasado jueves 26 de mayo, Miles Davis hubiese cumplido 90 años. Tal vez no lo hubiésemos escuchado tocar -más allá de la edad, claro está-, ya que hacía un tiempo que amagaba con dejar la música para llevar adelante otros proyectos.
La pintura ocupaba un lugar importante en su lista de pendientes y, antes incluso del final inesperado, el trompetista norteamericano había bajado la intensidad de su trabajo para intentar darle finalmente tiempo a otras actividades.
De cualquier modo, ya había dejado demasiado. Sobre todo, su espíritu emprendedor. Ese que lo llevó a estar siempre en la vanguardia del jazz. Ya desde joven se mostró interesado en el bebop, cuando comenzaba su carrera en la banda de Billy Eckstine.